Pero ¿qué es la estimulación
temprana?.
La Estimulación Temprana es una propuesta de
abordaje interdisciplinario para los niños
con problemas de desarrollo o en riesgo de padecerlos,
entre los 0 y los 3 años de edad. En esta propuesta
interactúan los equipos de salud y educación,
y lo hacen a fin de sostener a los padres en su función
y favorecer el mejor desarrollo posible para cada
niño.
El objetivo fundamental es intervenir para que el
bebé que llegó a una familia portando
una "deficiencia" que lo aleja en lo real
del hijo deseado, sea aceptado por los padres y pueda
ocupar el lugar de hijo a pesar de la diferencia con
respecto al hijo "soñado".
Es decir: la Estimulación Temprana es tan sólo
lo que todas las madres hacen "espontánea
y naturalmente" con sus hijos en los primeros
meses de vida. Es un saber inconsciente transmitido
a lo largo de generaciones, constituido y retrabajado
en cada madre en función de su historia individual
en el seno de la cultura en que vive.
Cuando el niño nace con alguna discapacidad,
esta comunicación espontánea, natural
y temprana con la madre puede verse dificultada. Es
entonces cuando un único terapeuta, representante
de un equipo, con el cual se reelaboran permanentemente
los objetivos y se analiza el proceso evolutivo y
familiar, se hará cargo del abordaje. La intención
es que, a través de una vida rica en propuestas
y de una crianza estimulante, los aspectos estructurales
del desarrollo (la maduración neurológica,
la constitución subjetiva y el desarrollo cognitivo)
se constituyan en base firme para que los instrumentos
de los que se sirve el niño para conectarse
con su entorno (desarrollo psicomotor, de los hábitos,
de la relación con los objetos, del juego,
del lenguaje y de la socialización), evolucionen
del modo más armónico posible y permitan
al niño ir haciendo paulatinamente más
complejos y ricos sus esquemas de acción.
Sabemos que el vínculo establecido por los
padres con el bebé puede decidir su salud o
su enfermedad. Por lo tanto, la comunicación
temprana que se inicia con la concepción de
cada hijo exige una conciencia de superación
constante, ya que la familia brinda la base, el sustento
para el desarrollo de los seres que la forman. El
paciente es el bebé, pero éste no es
sin sus padres; está. Por lo tanto, hay que
dirigirse a ellos para que nos muestren al bebé.
Se inicia un juego transferencial en el que la función
materna va reencontrando su lugar. Las acciones del
bebé, las nuestras y las de los padres se tornan
significantes. Nuestra tarea es acompañar,
sostener, escuchar, proponer... generar el espacio
vacío donde el bebé pueda expresarse,
crecer e ir apropiándose de su propio deseo.
La tarea se realiza a través del juego, que
va variando y enriqueciéndose a medida que
el niño crece y que el vínculo se retroalimenta
positivamente, logrando redescubrir y reafirmar el
rol de madres y padres. La empatia comienza a hacerse
presente, y con ella el respeto de los tiempos personales
y de cada historia en particular, donde "dejarlo
ser" es primordial.
Lic. Matilde Pérez
Coord. Sección Psicopedagogía
Departamento de Psiquiatría